lunes, 7 de abril de 2014

Teleantioquia: un “reality” de noticieros institucionales e intermediación laboral




Por: Jhon Hélber Rodríguez
Comunicador Social-periodista
@jhonhelber

“La independencia de los periodistas es vital para la sociedad y el periodismo es un servicio público a los ciudadanos que no puede estar sometido a intereses políticos o económicos particulares.

La defensa de los Derechos Humanos es una de las tareas primordiales del periodismo y los periodistas no podrán ejercer su labor si sus propios derechos humanos son vulnerados.”

Manifiesto Periodismo y Derechos Humano.
20 de julio de 2008.


Ha pasado un poco de "agache" la noticia de que Teleantioquia canceló el contrato con la Cooperativa de Trabajo Asociado Setelgroup, lo que seguramente la llevará a la liquidación. Quiero compartirles algunas de mis apreciaciones al respecto, pues aunque son motivadas por está última noticia, hay varios acontecimientos que son de mayor calado y que son necesarios recordar y contextualizar.

La era de los noticieros independientes
Cuando el canal regional Teleantioquia se fundó en 1985, también nació con el la Cooperativa de Periodistas y Comunicadores Sociales de Colombia Coopercolt. Esta empresa solidaria fue la encargada del primer noticiero regional del país: El Informativo de Antioquia. Fue durante casi 15 años uno de los medios de comunicación más importantes de Antioquia y más reconocidos a nivel nacional por su excelencia periodística.

Durante este tiempo, los espacios informativos de Teleantioquia pertenecían a empresas periodísticas de comunicación de diferente tipo. Es decir que no pertenecían al canal y por lo tanto eran independientes de las directivas de Teleantioquia y del gobierno de turno. Primero llegó Coopercolt, luego Quanta con Hora 13 y posteriormente Cosmovisión con CQN Noticias. Estas empresas funcionaban bajo la figura de concesionarios del canal. Es decir que pagaban por un espacio o franja horaria y allí emitían sus programas. Una relación comercial que garantizaba la independencia de los medios y de sus empresas.

De estos noticieros independientes sólo queda Hora 13 Noticias. Las directivas de canal a lo largo de los años han ido tomando los espacios informativos que tradicionalmente se ofrecían a la ciudadanía, es decir los noticieros.


La época de los informativos oficiales
Casi sin darnos cuenta, los espacios informativos del canal pasaron de ser propiedad de empresas periodísticas a ser propiedad del mismo canal. Un canal por demás público que está orientado de manera directa por el gobernador y por lo tanto sometido a los vaivenes de la política, a sus intrigas y a sus intereses particulares, al servicio de la “buena imagen” que debe darse al gobernante que se encuentre ejerciendo, así como a todas sus políticas y funcionarios. Sin contar de paso a las presiones e intereses de la Asamblea Departamental, quienes fueron los responsables de la renuncia (despido) en 2013 de Juan Pablo Barrientos, director de Teleantioquia Noticias.

El Informativo de Antioquia salió del aire en el año 2000, luego de que se declarara nula la convocatoria por parte de Teleantioquia para esta franja informativa. Un hecho que aún no queda muy claro para quienes estaban por estas fechas al frente de la cooperativa, pues sí se presentó la propuesta, pero el canal argumentó que se entregó pasada la hora de cierre.

Desde entonces el medio informativo más importante del departamento, por lo menos en cuanto a televisión se trata, ha estado en manos de la Gobernación de Antioquia, lo que en palabras más o palabras menos lo convierte en un medio informativo institucional, pues tanto su director(a) como sus periodistas y cuerpo técnico son nombrados por las directivas del canal regional y en muchos casos directamente por el gobernador en ejercicio. Es tan claro la dependencia de los periodistas, que una vez finaliza el periodo de gobierno, también son removidos los equipos periodísticos del noticiero ¿Qué independencia informativa pueden tener estos periodistas? ¿Qué información y temas dejan de abordar e investigar porque pueden afectar al gobierno de turno y a los políticos en ejercicio?


El doble valor de las franjas informativas
Bien es conocido que los espacios informativos son los que históricamente han registrado mayores niveles de audiencia. Esto ocurre tanto en los canales locales como en los nacionales. Esto significa por lo tanto que son los espacios donde más costo tiene la pauta comercial.

Este fue uno de las primeras razones por las cuales Teleantioquia “hechó mano” a la franja informativa del noticiero. Allí estaban los principales espacios de pauta que buscaban las empresas y era una excelente manera de mostrar “resultados económicos”, ante la crisis de sostenibilidad que se presentaba en el canal desde sus inicios.

Pero, después de descubierto la ventaja económica, vino una realmente contraria al periodismo, a la libertad de prensa y al derecho a la información: el interés político. Los gobernantes de turno se dieron cuenta que poder definir los titulares y noticias en el noticiero más importante del departamento era una gran “arma” política que favorecía enormemente su imagen y su prestigio. Contar con un medio “aliado” para gobernar siempre será ventajoso.

Desde entonces, más que las razones económicas explícitamente marcadas, han sido las razones políticas, las que no han permitido que los espacios informativos sean adjudicados en licitación a las empresas periodísticas del departamento.


La interminable intermediación laboral
Poco después de que Coopercolt perdiera su noticiero y ya acogida a la Ley 550 (conocida como Ley de quiebra), el mismo canal regional contrató a la cooperativa para que realizara la producción del mismo noticiero para el que le negó propuesta, y para que a su vez contratara al personal profesional y técnico necesario para emitirlo. Era el año 2001 y por esta época realizaba mis prácticas profesionales en la empresa que para mi era el más grande referente de periodismo en Antioquia.

Fue la primera vez que el canal incurría en la práctica de intermediación laboral. Con ello cumplía su objetivo de obtener los recursos de pauta de la franja más cotizada del canal y al mismo tiempo, se libraba de los costos que le representaría una vinculación laboral directa de todo el equipo profesional necesario para producirlo.

La fórmula tuvo tanto éxito, que una vez fue liquidada Coopercolt, los mismos directivos del canal promovieron la creación de una “nueva cooperativa”, con el objetivo de contratar por medio de ella al personal que necesitaba para el funcionamiento permanente. Así nació Setelgroup y con la ilusión de ser contratatos por Teleantioquia, muchos periodistas y personal técnico de la liquidada Coopercolt firmaron su creación.

Esto fue hace ya ocho años y desde entonces Teleantioquia ha contratado a la gran mayoría de su personal profesional y técnico por medio de esta cooperativa. Una clara y flagrante violación a los derechos laborales de sus empleados. Una vez son despedidos nada tienen que reclamar, pues son “asociados” a una cooperativa y no empleados del canal. Así lo hace para contratar directores, subdirectores, presentadores, camarógrafos, conductores y personal técnico que está en permanente servicio al canal y prestando servicios estrictamente relacionados con su misión institucional.



Un verdadero proyecto democrático requiere de medios informativos independientes del estado y los gobiernos, así sean estos locales.

Las asociaciones de periodistas, medios de comunicación y profesionales de la comunicación, facultades de comunicación y universidades, entre otros, debemos solicitarle al canal regional Teleantioquia y al gobernador actual, Sergio Fajardo, que permita que sean las empresas de comunicación e informativas (productoras de televisión, cooperativas, universidades entre otras), quienes posean los franjas informativas en el canal regional.

Como bien lo afirma Vargas Llosa: “La independencia de los medios de comunicación de los poderes políticos y de los grupos económicos, es una gran muestra de la condición de salud de una democracia”. Y, aunque, en ambos casos estos poderes se han tomado el llamado cuarto poder, acrecentando con ello el suyo propio, es un acto de madurez política y de vocación profundamente democrática buscar y velar por su independencia. La sociedad y democracia colombiana que soñamos requiere que el país avance en el derecho a la información de sus ciudadanos, al conocimiento y análisis público de los hechos, sin la autocensura y manipulación que son propias de los medios de comunicación que son usados como herramienta de control social.

La ruta para lograr esto por lo menos en los estamentos departamentales es clara: que en el menor tiempo posible se convoque y realice una licitación pública para entregar en concesión los espacios informativos que actualmente posee el canal regional Teleantioquia.

No se trata con estas letras de culpar a la actual administración departamental por más de 10 años en los cuales se han desconocido derechos laborales en Teleantioquia y durante los cuales se han convertido los espacios informativos en medios institucionales. Es una invitación para reflexionar sobre estas circunstancias y dejarle a la región y a sus instituciones unas mayores garantías democráticas en el cubrimiento informativo, y unas derechos laborales para los profesionales de la comunicación que las realizan.

Aunque pensé varias veces en cambiar el titular de esta nota, no encontré otra forma más cercana y clara para describir la situación actual de Teleantioquia y gran cantidad de los profesionales que trabajan allí: es un “reality” pues todo el tiempo están saliendo en “pantalla” las personas a las que se les vulnera sus derechos. Así como son un “reality”, sus franjas informativas pues realmente son espacios institucionales, por su absoluta dependencia institucional.

“Una prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad, la prensa nunca será otra cosa que mala.”


Albert Camus (1913-1960). 

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Vamos a construir, en Medellín, una política municipal de Comunicación Comunitaria


Si quieres construir un barco, no empieces por buscar madera, cortar tablas o distribuir el trabajo. Evoca primero en los hombres y mujeres el anhelo del mar libre y ancho.
                                                                                                                 Antoine de Saint-Exupéry




Empecemos por lo primero: los sueños

Tal vez suene un poco absurdo y, para otros, hasta esotérico, que inicie este ensayo sobre comunicación y política refiriéndome a los sueños. Pues quiero compartirles con alegría que no lo es. Tiene todo que ver, y es su principal razón. Y les voy a compartir porqué considero que sea así.

Los sueños son las razones principales por las cuales hacemos cada cosa de nuestras vidas, por lo menos lo es personalmente para mi. Y con respecto a esta iniciativa, también lo es. Y para que iniciemos acciones conjuntas, es necesario que que tengamos suficientemente claro qué estamos buscando: ¿cuál es el sueño? Pues es el motor principal y lo que le dará sentido a las acciones que deberemos realizar cada día en este proceso.


Democracia y medios de comunicación
Pues es sencillo: el sueño que quiero compartirles es el de CONSTRUIR UN PAÍS MÁS DEMOCRÁTICO, y en este caso, alcanzarlo con la ayuda de la comunicación. Y, ¿Cómo se puede construir un país más democrático con la ayuda de la comunicación? Es un poco más complejo de explicar, pero voy a tratar de ser lo más claro posible.

La construcción del imaginario de país que todos los colombianos tenemos, está mediatizada, es decir que es, en gran parte, una elaboración que hacemos inconscientemente a partir de la información que recibimos de los medios de comunicación y el contacto social. Por lo menos esto aplica para temas y contextos con los cuales no tenemos una experiencia directa o personal, es decir no podemos elaborarnos un criterio propio a partir de una experiencia vivencial.

Los medios de comunicación construyen, o nos ayudan a construir, la percepción que tenemos sobre el resto de situaciones y hechos que se escapan a nuestra experiencia propia.  ¿A cuánto porcentaje equivale esto? No conozco la cifra, pero el problema real no es qué tanto de ese imaginario es construido por los medios, sino qué tanto de ese imaginario social que tenemos es verosímil, es decir: cercano a la realidad.

Pero la realidad, como las verdades, es una construcción. Es real y verdadero lo que aceptamos como real y verdadero. Mientras que lo que no aceptamos, deja de serlo.

Lamentablemente, en Colombia, el imaginario del país está siendo contado y construido por unas pocas personas, unas cuantas empresas que tienen la propiedad de los medios de comunicación y, por lo tanto, una gran capacidad e influencia sobre lo que llamamos la “opinión pública”, es decir sobre la construcción o imaginario que los colombianos tienen de su país y de sus asuntos.

 Ahí está el punto donde aparece la democracia. No es posible un país democrático, si la propiedad de los medios de comunicación no es democrática, es decir, si los diferentes sectores de la sociedad no tienen las mismas posibilidades y condiciones para poner a circular en la (nuevamente) “opinión pública” sus verdades, sus miradas y realidades; y si son “otros” quienes las cuentan, o tal vez no las cuentan, por ellos.

¿Quiénes cuentan la realidad de cada parte de este país y de sus habitantes? ¿Quiénes cuentan la realidad de los habitantes del Chocó, del Vichada, Casanare o de la Comuna 13 de Medellín? ¿Quiénes, la de los obreros y personas más pobres del país? ¿La realidad de quienes viven con un salario mínimo legal vigente? ¿Quiénes cuentan la realidad de los campesinos del país?¿La de los movimientos de mujeres, estudiantes, jóvenes, lgtb, afros, sindicalistas? ¿La realidad de quienes son víctimas de la guerra? ¿La realidad de quienes viven en los barrios de la ciudad, de quienes viven en sus corregimientos?

En Colombia, existe el derecho a la información, pero este no garantiza el derecho al acceso a los medios de comunicación y a su propiedad. A la producción de contenidos y a la interlocución social que esto genera.

Gran parte del país y miles de colombianos somos objeto de información, pero no sujetos de ella. No somos quienes podemos poner los temas de la agenda del país y, lamentablemente, muchos medios no están interesados en cubrirla y menos en difundirla. Son ciudadanos y realidades invisibles, y por lo tanto, nunca serán objeto de intervención, de cambio.

Este es entonces el sueño: CONSTRUIR UN PAÍS MÁS DEMOCRÁTICO, por medio de la comunicación.

Espero que haber sido lo suficientemente claro, al explicar el sueño que buscamos.



El norte es el sur

Países como Argentina, Uruguay, Brasil y, recientemente, Ecuador, han dado pasos muy significativos en la democratización de los medios de comunicación. Argentina aprobó en octubre de 2009, La Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual.

Su aprobación y reglamentación significó un cambio radical en el sistema público y privado de los medios audiovisuales, abriendo y garantizando la participación de instituciones públicas, organizaciones sociales y la ciudadanía en su conjunto como productores activos de la comunicación social.

Entre otros aspectos, esta ley determinó que todos los medios de comunicación del país deben tener una participación en igual proporción, de empresas privadas (medios comerciales), ciudadanía (medios ciudadanos o comunitarios) y estado (medios institucionales). 33% para cada sector en cualquier medio de comunicación que tenga incidencia en la (nuevamente) “opinión pública.

Sin duda alguna un paso gigante en la construcción de un país y sociedad más democrático. Un proyecto similar fue presentado actualmente al Congresos ecuatoriano para ser discutido y, ojalá, aprobado.


Un paso a la vez
Tal vez ese sueño de CONSTRUIR UN PAÍS MÁS DEMOCRÁTICO, por medio de la comunicación, parezca que está muy lejos de lo que podremos hacer con la aprobación de una política municipal de comunicación comunitaria, en caso de alcanzarlo, pero en realidad no.

Es un primer paso que debemos dar, y al lograrlo, ese sueño será, en gran medida, una realidad para nuestra ciudad. Pues como dicen nuestros abuelos: “inicios tienen las cosas”, y este es uno que nos corresponde dar a nosotros, pues ya otros acá mismo en Colombia lo han dado.



La Política Municipal de Comunicación Comunitaria

Son muchos los aspectos que debemos considerar en este proceso de formulación de una política municipal de comunicación comunitaria, pero estos detalles debemos elaborarlos y discutirlos conjuntamente entre los diferentes medios de la ciudad, las organizaciones sociales, la academia y el Concejo de Medellín.

Sobre esos aspectos, aunque son fundamentales, no me centraré en este momento. Quiero hacer énfasis en los aspectos que considero estructurales. En primer lugar al reconocimiento de la comunicación  como un derecho ciudadano, esta entendida no solo como el derecho a recibir información, sino además y principalmente, a tener la propiedad de los medios de comunicación en sus diferentes formas. Hacer también emisores, como lo plantea Jesús Martín Barbero, y por lo tanto a realizar intercambios de sentidos: a hacer comunicación.

En segundo lugar a reconocer a los medios de comunicación como agentes de educación y agentes culturales, es decir como las instituciones, que en el mundo moderno, más pueden aportar o afectar los procesos de educación de una sociedad, es decir la construcción de su proyecto cultural como nación.

Esto significa que tienen un efecto y función profundamente pedagógico, y por lo tanto necesarios para la consolidación de los proyectos culturales de las sociedades, tanto como lo es la misma escuela.

Sentadas estas bases, se podrán abordar los aspectos operativos de funcionamiento para la implementación y cumplimiento de la política municipal de comunicación comunitaria.



Algunos posibles componentes

La política municipal de comunicación comunitaria, podrá definir entre su articulado la creación de un sistema municipal de comunicación comunitaria, en el cual se crean algunas instancias de representación, participación y consulta de los medios ciudadanos y comunitarios y de las expresiones o experiencias de comunicación comunitaria.

Un consejo municipal de políticas de comunicación comunitaria, un comité ampliado donde estén todos los medios ciudadanos, unas mesas por tipo de medio, una dirección técnica y vocería, entre otras instancias.

También debe definir quién dentro la administración municipal asumirá la responsabilidad de acompañar y ejecutar la política municipal y los recursos que se le dispondrán anualmente para hacerla efectiva. La nueva Secretaría de Comunicaciones será un actor válido y de gran importancia en este proceso y funciones, así como las secretarías de Cultura, de Educación y Participación.

Todo este sistema orientado al fortalecimiento, articulación e incidencia, de los medios de comunicación comunitaria de Medellín.

Algunas preguntas por resolver es el papel que podrá jugar el canal local Telemedellín en esta nueva política.

Capítulo a parte deberá darse a la definición a la relación de los medios de comunicación con el Programa de Planeación Local y Presupuesto Participativo, y a definición de los criterios por parte de la administración municipal para la asignación de la pauta publicitaria a los medios, tanto comerciales como ciudadanos.

Los aliados en este proceso

También con gran alegría debo compartirles que este proceso cuenta desde ahora con grandes aliados; el Ministerio de Cultura, por medio del programa de políticas culturales lo ha acogido para acompañarlo y brindarle algunos soportes técnicos y logísticos. También la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia, por medio de su proyecto de extensión Barrio U, participará en los procesos deliberativos, de convocatoria y construcción de las bases del proyecto que se le presentará al Concejo de la ciudad. Pero sin duda alguna los más grandes aliados de este proceso deben ser los mismos medios de comunicación comunitaria, quienes deben irse configurando y reconociendo como sector social, y por lo tanto un actor válido de interlocución con la administración municipal y con la ciudad.


Empezamos este proceso de construcción de una política municipal de comunicación comunitaria para Medellín, este 28 de septiembre en el Parque de la Vida, en el cual está invitada Débora Gómez, quien nos contará sobre el proceso que permitió que en Bogotá se aprobará una política municipal de comunicación comunitaria. De esta jornada prepararemos elementos y componentes temáticos que llevaremos posteriormente el 17 y 18 de octubre  al Seminario Comunicación y Ciudadanía, organizado con la Universidad de Antioquia.

Además tendremos cada mes un espacio de encuentro académico, de debate y construcción, en los cuales abordaremos, uno a uno, los temas y componentes más importantes de lo que será el proyecto de acuerdo.

Hoy tenemos las condiciones en Medellín para avanzar en la consolidación de los medios de comunicación comunitarios, como agentes de la democracia, de la inclusión y de la transformación social. Están, entonces, todas y todos invitados a compartir y construir este sueño.

 “Cuando soñamos solos, sólo es un sueño. Pero, cuando soñamos juntos, el sueño se puede convertir en realidad”.
Cora Weiss


Un abrazo solidario,


Jhon Hélber Rodríguez

martes, 18 de diciembre de 2012

Pólvora, comunicación y publicidad


A las mismas acciones obedecen iguales resultados: el panorama cada año
Cada año, y por esta época, las autoridades municipales y departamentales reciben una gran presión de la ciudadanía por cuenta de la falta de control y uso indiscriminado de la pólvora, las altas cifras de quemados, donde los niños y niñas siempre ponen la peor cuota; y por el vergonzoso escalafón en el cual se ubica la ciudad y el departamento comparado con el promedio nacional: siempre estamos en los primeros lugares.

Aunque las cifras se han publicado bastante en los medios, vale la pena anotarlas: en Colombia, en lo que va corrido de diciembre se han presentado 337 personas quemadas con pólvora de las cuales 105 corresponden a Antioquia.  El aumento en el departamento es de 11 casos más que el año anterior a la misma fecha y 53 de los afectados son menores de edad.

Medellín y el Área Metropolitana aportan la cuota más alta, con cerca de 80 del total de víctimas. Lo que ubica a la capital como el principal foco de este panorama. Adicionalmente, en lo que va del año a cuatro personas les han tenido que amputar partes de su cuerpo debido a la gravedad de las lesiones provocadas por la pólvora.

Dichas estas cifras, es también importante anotar que tanto la Alcaldía de Medellín como la Gobernación de Antioquia preparan campañas publicitarias, desde el segundo semestre de cada año con el fin de alertar a la ciudadanía sobre los riesgos del uso de la pólvora, en las cuales se invierten importantes recursos que pueden superar los doscientos o trescientos millones de pesos por campaña.

Como actos administrativos se emiten decretos que prohíben la fabricación, venta y comercialización de este tipo de materiales en el municipio de Medellín y, mediante los consejos de seguridad, se le solicita a la policía y ejército que presenten mayores resultados en cuanto a incautación de este tipo de materiales, realicen capturas, materias primas, entre otros.

Este es un menú que se repite cada año, esperando que con las mismas acciones se obtengan resultados diferentes, las cuales se desarrollan entre otras cosas, porque hacen parte de un “guión” no formalizado, pero continúo de lo que se supone se debe hacer con el asunto de la pólvora desde los gobiernos locales. La formula es simple : campaña publicitaria y medidas restrictivas durante el mes de diciembre, ha mostrado que no funciona pero sirve para mostrar que algo se hace.

Luego se deja atrás pues viene otro tema, y otro y otro, sin evaluar los resultados que se obtuvieron, sino hasta que nuevamente llegue diciembre para desempolvar la misma receta.

Publicidad que reemplaza a la comunicación
Hecho este recuento llegamos al punto que realmente es de mi interés, y consiste en evidenciar como un fenómeno que es profundamente social, cultural y que ha logrado instalarse de manera profunda en la idiosincrasia de gran parte de nuestra población, se busca resolver mediante campañas publicitarias como si se tratara simplemente de vender un producto o posicionar una marca.

Y de cómo, hemos relegado la función de la comunicación como agente de transformación cultural, generador de acuerdos sociales, movilizador y profundamente educativo, tal como lo es el mismo sistema de educación; a un plano puramente instrumental y marginal, en el cual su principal función es definir la imagen y piezas publicitarias de una campaña y construir los planes de medios para difundirlas.

Hemos dejado así el papel de análisis social, interpretación de sentidos, de actores e intereses involucrados, de diálogos y lenguajes, de prácticas culturales y razones por fuera de lo que se supone debe ser una iniciativa para la transformación y superación cultural de un fenómeno social, como es el caso del uso de la pólvora.

Además de este enfoque, que deja a la comunicación por fuera de su sentido más propio, son acciones que se desarrollan dentro de una coyuntura, en periodos de tiempo muy cortos y sólo mientras el efecto más evidente del proceso se presenta a la luz pública: los quemados. Mientras tanto a lo largo del año los productores de pólvora consiguen insumos, fabrican y almacenan para tener listo desde el mes de octubre una gran oferta de productos para que la gente “haga su fiesta”.

En la lista de preparativos de la reuniones sociales, conjuntamente con el marrano o la cena, están ya presupuestados los voladores, las papeletas, los tacos, las chispitas mariposa. Varios municipios del Área Metropolitana y Antioquia, favorecen que sus habitantes fabriquen pólvora, pues lo reconocen como una forma histórica de actividad económica y fuente de empleo, y sus mandatarios dudan en prohibirlo, pues no tienen otras ofertas para presentarles y porque tampoco están dispuestos a sacrificar su popularidad.

Todo este entramado de intereses, necesidades, practicas culturales, entre otros ocurre, cuando “todavía no ha ocurrido nada”, y por lo tanto poco interesan en una estrategia que sólo es una campaña.

No estoy planteando con estos argumentos que las campañas no son necesarias o que el tema de imagen y publicidad no cumple un rol significativo en los procesos de comunicación, pero sí es fundamental aclarar que es solo un componente, y que de manera única, demostradamente no funciona, en los procesos de transformación cultural que requiere nuestro departamento, ciudad y país.

La principal función de la comunicación es el cambio cultural
Al igual que la educación, una de las principales funciones de toda comunicación es la transformación de la cultura, es la superación de ciertos estadios en sus habitantes, por otros que consideramos superiores.

En este proceso podemos echar mano de la publicidad, de las campañas publicitarias, de los planes de medios, de la imagen, la psicología del color; pero siempre este será sólo un instrumento y complemento de una estrategia de comunicación, plan, proyecto de comunicaciones o como lo quieran llamar que busque lograr cambios culturales de la sociedad o de una parte de ella.

Es entonces este un llamado en primer lugar a todos los comunicadores y comunicadoras responsables de las estrategias que desde el estado y otros organismos buscan generan transformaciones culturale; y también a los gobernantes para que las estrategias que implementen realmente cumplan con los impactos y efectos que se esperan y no simplemente sean acciones de “guiones” no formalizados que sirven como respuesta ante el “que se está haciendo”, pero que no logran los avances que finalmente debemos tener como sociedad.

(*Imagen tomada de www.elcolombiano.com)